viernes, 16 de octubre de 2020

Odio mi chamba.. (Dar k. Barahona)

 




Odio mi chamba.. (Dar k. Barahona)

Había llovido, era imposible correr, pero él lo hacía. Tropezó, resbaló en un charco y por fin llegó a la estación de autobuses. Decidió cruzar e irse todo derecho, le pareció interminable, y la calle llena de baches, diabólicamente semi empinada. Arriba, en la claridad del tétrico firmamento, aparecieron un hombre y una mujer embarazada, abrazados, y tras ellos una anciana que vendían flores amarillas, té de zacate limón y rosquillas y un paraguas azul. Cristino se hizo a un lado, y corrió hasta el puesto de venta de agua de coco, deslumbrado por el sol que volvía a aparecer, vio el arco iris imponerse, nervioso como una mariposa en el cristal de una ventana. Su mirada recorrió el "rapidito" que acababa de partir hacia el otro extremo de la ciudad. Había llegado tarde. Jadeante, Cristino entro al Pios Bar, se dejó caer sobre el banco rojizo. La vergüenza le quemaba el rostro cuando pensaba en Maria, que le había esperado hasta el último momento. ¿Cómo había podido hacer algo tan estúpido? ¡Pero si alguien supiese, que dispararle al tipo le había costado una hora de más, cuánto lo había intentado, cuántas cosas había aplazado por que "el finado" apareció tarde, cuánto había corrido para poder llegar a tiempo!
Pero había llegado tarde. Maria seguro se fue empurrada, pero la solución llego a tiempo, el afeminado bartender le llevo su kawama.

Una vez tomada la segunda kawama debía ir al teatro "Memorias". Por la mañana le había jurado a Maria que llegaría sin falta antes de que empezara la representación; su moto la había dejado camuflada en el garage de Jorgito, el "rapidito" salía a las dieciocho treinta, el estreno empezaba una hora más tarde y, no había más que hablar, llegaría a tiempo. Era la primera vez que Maria representaba un papel(Hombre) muy poco claro, e incluso escabroso, en una obra moderna titulada "El apacheboy". Estaba nervioso desde por la mañana como un cachorrito saliendo de un balde de agua. Pero ahora, a pesar del afecto lleno de admiración que Cristino sentía por ella en los últimos meses, la sola idea de participar en la Premier del estreno, las felicitaciones, las selfies, las sonrisas de complicidad, le parecían un sacrilegio. Intentaba tranquilizarse diciéndose que no era tan grave el haber llegado tarde. Son cosas que pasan. Pero la cuestión no era su retraso. A veces uno arrastra una cuestión (mala vibra), lo carga… y de pronto llega al límite. Todo se pone boom, uno se siente tan destrozado que deja de parecer un ser humano... pero con Maria se sentía invencible.

Cristino miró a su alrededor pensando qué debía hacer. El cálido atardecer, ya partía y susurraba entre los últimos tragos de cerveza. En el restaurante chino  Royal Palace enfrente del Pios bar, uno de los Moribundos(Banda Punk) cantaba acompañado con una guitarra «¡Mierda!,¡Mierda!¡Mierda! llévame contigo…»