En
misión “cristiana” a Slayer
28
de abril 2017
Fue un buen viaje, un concierto brutal, mis
respetos a los Cuzcatlecosboys, claro que observé que estamos en pañales, para realizar ese
tipo de eventos, lo único en lo que somos meraV ante los salvadoreños, según
yo, es en el fútbol y las tortillas (son raras las tortillas de Sivar) jejeje. Valió la pena los kilómetros
devorados, el desvelo y el cansancio, no hubo ningún problema, ninguna queja. Desde
que salimos de Teguz con el slogan misión
cristiana, todo transcurrió en una camaradería y fraternidad, San Salvador
y Santa Tecla nos trató de lo mejor.
El hotel en Santa Tecla y su host Nancy nos hizo mejor nuestra
estadía, el YY (Yellow Yuscáran) fluyó y nos activó, las pupusas fue el
alimento básico y sabroso, esta vez las cervezas Pilsners y las Brahvas
estuvieron muy a tono, Nikky 6 y su gorra de la estrella roja, lo hacían ver
que iba a un concierto de Silvio Rodríguez, pero eso a mí no me importa, ser poser, tropical nazi, antifa, gay,
criminal, tropical comunista, me da igual, cada quien en su mundo, con tal que el
respeto exista, estoy sereno. Me volví a encontrar con “el churro” habíamos ido
juntos a Mayhem, y como siempre andaba su botella de ron.
Dreamlore abrió el concierto y
palillo se lució, las canciones Worse Than The
Worst & Silent Assassin fueron de mi agrado y demostraron porqué son
una de las mejores bandas de Centroamérica.
La
noche transcurría, junto a las Pilsners
consumidas hubo unos minutos de silencio, ahí estábamos y éramos testigos de
ver a Slayer por primera vez en Sivar y ellos aparecieron con su Repentless, el
Araya con su semblante pausado, despreocupado y frío, la sacó del estadio, como
dicen por ahí y la pasión del Kerry King la destiló con su energía, ya que nos
contagió. Gary Holt y Paul Bostaph con
sus riff y percusiones, era un bombardeo de furia, magnetismo y alegría, vale
decir que el escenario, con su juego de
luces rojizas, azules y púrpuras, era imponente genial y cumplen un papel determinante en el
repertorio, el moshpit se convirtió
en un ritual centroamericano, más nuestros gritos eran subliminales y hechizantes, la tropa catracha
se dejo llevar.
Una banda genial, nada de genuflexiones, nada de
atribuciones musicales, meraV. Por una noche olvidamos todos los problemas que nos
estresan y nos ponen a veces apáticos, depresivos, ansiosos y enojados, por
primera vez no hablamos de la mercancía que tanto le gusta al político y al religioso
“la pobreza”, íbamos a pasarla bien y lo hicimos.
Fue una noche de Black magic,
por algo Slayer es una de las mejores bandas del thrash metal. Disciple, War ensemble, Dead skin mask, Seasons in
the abyss y el ¡eh! ¡eh! ¡eh! ¡eh! del público era como una alegoría infernal y no digamos cuando tocaron,
Angel of death, South of heaven, Raining blood, que fueron las rolas que nos llevaron a ese lugar
que muchos queríamos estar “El intratable averno”
¡Gracias! dijo Tom Araya y se
oyó su emoción muy sincera con expresiones corporales que exhibían un exceso de
carisma; todos los hermanos centroamericanos la pasamos meraV, chapines, mucos,
guanacos y catrachos unidos en un solo grito.
El viaje tuvo sus anécdotas,
como el rótulo que tenía el slogan de misión
cristiana, que según palabras de Paoli formaba parte del kit de supervivencia, en caso de que nos
detuviera la policía. La estrategia era por si al momento de detenernos ellos pensaran
“luchan para que Dios los acepte” o “son junkies y alcohólicos que andan en retiro espiritual,
pobrecitos.”
Paramos en el puente Cuscatlán y
vimos el río Lempa. Cualquiera pensaría al vernos que nos estábamos bautizando,
pero solo uno lo hizo (sarcasmo). Nikky6
me comentó que ese puente en 1984 fue dinamitado por la FMLN y después se
volvió a reconstruir.
De nuevo en ruta, sobre la
carretera panamericana, tomando un par de selfies, veo los recuerdos a través del
display del cel, después ver hacia el horizonte y pensar “God hates us all”, sonrío y observo al Nikky6, y me dice “el próximo
concierto es Testament”. Veo hacia la ventana y pienso que tengo una buena ruta
que seguir “el churro” me interrumpe
pasándome el aguardiente “el chamaco” del cual tomo un sorbo, me río, pienso en
mi Liet y mis gatos y que seguramente me esperan como si fuera un héroe de
guerra.