NikySix
Bad boys, bad boys
Whatcha gonna do, whatcha gonna do
When they come for you
B.M.
¡Todos contra la pared! gritó el oficial
más corpulento.
Llegaron otros militares y nos rodearon.
Entonces me levanté de la silla; estaba sereno; lo único que me provocó el
operativo fue un pijo de adrenalina. Incluso pensé en la temperatura. Puta, qué
calor, me dije. Pensé además en las chicas. Una de ellas estaba molesta por la
interrupción. Le tocaba cantar Sola con
mi soledad, de Marisela. Siempre que esa chica estaba a punto de cantar,
sucedía un cagadal. También observé a PelónBoy, quien se marchaba sigilosamente.
Ese maje siempre fue así, su vida siempre se trató de huir, correr. Si su mujer
llegaba a buscarle, la olfateaba con antelación y se largaba.
No hacemos nada malo, oficial dijo el
ApacheBoy, luego de acercarse ágilmente al oficial, como culebrita de agua
dulce. Estábamos por cantar añadió.
¡Contra la pared! se limitó a gritar el
oficial.
Oficial, yo soy… continuó el ApacheBoy,
y fue interrumpido por el brazo del oficial, quien lo empujo contra la pared.
Su gorra John Deer cayó al suelo.
Sonreí,
recordé cuando el ApacheBoy debatía con PanzerBoy sobre las mierderas
camisas Columbia. Éste último decía
que dichas camisas eran para ir a pescar, pintar, hacer trabajo sucio, y ApacheBoy
insistía en que esas camisas eran para fiestas, para bautizos, barbacoas, ir al
cine con la cipota, ir a la iglesia, que él tenía un par y para eso las
ocupaba.
Continué sonriendo, hasta que NikySix me
miró con su rostro compungido. Tiró su cerveza (el único elixir que apagaba su rabia).
Su expresión pasó del pesar a la furia. Vi sus pantalones rotos, sus botas de
sindicalista y sobre todo su camisa sin mangas con el serigrafeado de la banda Deicide (curiosamente, un rato atrás,
había cantado Todo cambia casi con la
misma entonación de Mercedes Sosa). Recordé además cuando lo conocí haciendo
kayak en el río Cangrejal, miré su tattoo y le pregunté si acaso se trataba de
su mamá.
No. Es Mercedes Sosa, cuando estaba
joven respondió. Mi nombre es NikySix, hermano, aspirante a diputado por el
partido Milpa en la casilla 120 continuó, estrechándome la mano.
Lo miré de nuevo. Noté también como se
tranquilizaba, respirando estrepitosamente.
Antes de la redada policial, MadMix
aguardaba su turno para cantar su rola Ya
no puedo, y cuando la canción comenzó a sonar, un policía chaparro apagó el
altoparlante. MadMix echó la mirada en el concreto. Recordé los días en los que
MadMix cargaba su mágico parlante, las veces que lo corrieron por subir al
máximo el volumen al dicho parlante.
¡No entendés que ya tenemos música aquí,
pendejo! le gritaban.
Recordé también cuando se rifó a los
golpes con el ApacheBoy, solo por cantar la rola Light my fire. MadMix siempre le decía al ApacheBoy que su inglés
era una mierda, y por eso sus gustos musicales eran gusto de lumpones.
En realidad, desde que al bar añadieron
el karaoke, todo se volvió un vergueo. Incluso había un grupo coreográfico. Las
chicas discutían porque no querían soltar el mic y los poetas nada más querían declamar. Víctor, el bartender,
tenía que lidiar con ellos e inclusive discutir hasta sacarlos de ahí.
Definitivamente el bar se había convertido en los oscuros brazos de
Teguxibalbá.
Puta, mi imagen dijo NikySix,
interrumpiendo mi raro delirio.
Me traté de loco. Además, gracias al
silencio y la inmovilidad de las personas, miré por primera vez la pintura de
Rullier, colgada frente a mí. Era cómica. El anaranjado siempre me produjo
cosquilleos; como sentir los rayos del sol.
Hoy si vamos al bote, me dije, luego de ver el cuadro, pero al menos al tercer día
de fiesta. Además, continué diciéndome, solo así nos pueden detener. Y en eso
estaba, cavilando, cuando de pronto, sin saber por qué, recordé de golpe la
muerte del tío de MalabaresBoy en aquella suite de lujo de un hotel céntrico
famoso. Murió a las 9:00 AM. Al principio pensamos que dormía (en drogas el
tiempo se va fast motion), así que lo
dejamos en paz. Poco después comprendimos que había muerto. Mierda, me dije, lo
recuerdo, el tío había muerto como deseamos morir nosotros, de sobredosis. Por
eso no estábamos tristes, sino celosos. ApacheBoy miró hacia la ventana, se
quitó su habitual gorra John Deer, puso su delgaducha mano en la espalada del
muerto y dijo:
Buena onda era el Oldino. ¿Saben qué me
gustaba de Oldino? Siempre fue parejo con nosotros, no era gallina vieja.
¿Qué putas es eso de “Gallina vieja”? le
pregunté.
¿Qué pedos con vos? Se nota que sos un princeso dijo, luego tomó un sorbo de su
cerveza y vi cómo botaba el líquido por la comisura. ¿Nunca te dijo tu abuela
“Gallina vieja”? continuó.
No.
El dicho se refiere a las personas que
comen, cagan, duermen, y no ponen nada continuó, como todo un experto en frases
de gerontología.
Así era el humor del ApacheBoy. Nosotros
nos sumergíamos en sus hogueras toxicas, en sus rituales lencas y fúnebres,
teóricamente heredados por sus ancestros. Cuando el ApacheBoy andaba
empanterado se creía un chamán lenca, y se sabía sus cositas, como por ejemplo:
Ana molshilaga hengun?, que según él
significa “¿Has oído la orden?” o Ama,
que significa “Maíz”. En ocasiones decía, “Papaíto, soy la reencarnación de
Lempira”, y en otras aseguraba que su destino era ser estrella porno.
El Oldino era nuestro UnkleDespije. Siempre nos trató MeraV.
Nos hizo prometer que si moría, nosotros esnifaríamos sus cenizas, como Keith
Richard hizo con su padre; pero el ApacheBoy nunca supo a qué se refería, así
que pensó que teníamos que esnifar las últimas cenizas del cigarrillo que se
fumó Oldino, y así lo hizo.
Puta, loco, guácala con esto.
Con el cadáver de Oldino, ahí, en el
sofá, seguimos la farra. Entonces escuché al ApacheBoy, con el teléfono en la
oreja, ordenar cordero a la teriyaki, puré de papas, crepas, salad con maíz,
vino y agua mineral.
Comer ya pasó de moda, como dormir le
dije.
¿Ves? Por eso Oldino se nos fue. Hay que
comer, estar en forma. Yo hasta salgo a correr, y a diario me unto ketoconazol
en el mazacuate, para evitar cualquier hongo.
Luego del festín, llamamos a la policía
y a la mujer de Oldino. La cosa no pasó a más. Murió por sobredosis y su cuerpo
era la prueba. Su mujer, ahora viuda, dijo a los oficiales que nosotros no
teníamos nada que ver en el asunto, que Oldino ya había sufrido por excesos de
droga.
En fin. Ahí estaba NikySix, encabronado.
¿Para qué putas me llamaste? me dijo. Mierda,
mi imagen, mi imagen. Esto va a manchar mi currículo como aspirante a diputado.
Y hasta te cortaste el cabello le dije,
sonriente.
Bueno pues, todos contra la pared, con
sus documentos en la mano expresó el oficial, esta vez con la voz ronca.
Fick
dich, oficial, fick dich grité.
A MadMix fue al primero que
registraron.
¡Ya no puedo, Señor Jesús, ya no puedo!
exclamaba, entonces comprendí que no todos somos tipos anárquicos y libertinos.
De los siete solo dos cargaban con su
identidad. PanzerBoy siempre cargaba una fotocopia de su ID en un papel bond,
pero esa misma tarde se la ofreció a PelónBoy para armar un porro de marihuana.
ApacheBoy la dejó tirada en el baño del apartamento de EvilBoy, éste, tenía la
suya empeñada en Glen’s. Leo, por otro lado, desde el golpe de estado sintió
que este no era más su país, así que la quemó. La mía estaba quebrada y
gastada, era más como un separador de páginas. Solo NikySix y MadMix eran
legítimos ciudadanos de la patria, los demás: espectros y fantasmas.
Entonces MadMix se derrumbó. Uno de los
policías preguntó qué pasaba (lo que no sabían era que ese era solo un truco de
MadMix para librarse de sus garras).
Parlante sin batería expresó apenas MadMix.
Me pregunté qué andarían buscando, ya
que además de policías, había militares. Miré al ApacheBoy, que me hacía señas
con el rostro. No entendía nada, hasta que lo recordé: ApacheBoy cargaba 4 mil
lempiras en cocaína ocultos en el calcetín.
Me
asaltaron, perdí todo decía el ApacheBoy, sollozando. No está aquí el oficial
Funes, ¿lo conoce? prosiguió, cada vez más lastimero.
Entonces se ganó un buen toletazo.
No me lastime, oficial, estoy enfermo,
acabo de vencer el cáncer.
A vos ya te pintamos. Cerrá el pico dijo
el militar encapuchado.
¿Dónde nos van a llevar? continuó el
ApacheBoy, casi llorando.
¿A qué posta nos
llevan?.
Nos registraron a todos. Por suerte no
revisaron los zapatos del ApacheBoy. A quien sí le encontraron una manopla y
una navaja fue a Leo. Inmediatamente lo acusaron de terrorismo callejero.
Es para defensa personal alegó Leo.
Compa, soy candidato a diputado, mire,
aquí está la prueba dijo NikySix, mostrando varios minicalendarios.
Casilla 120. Bonito número te tocó dijo
uno de los militares, quizá el más sereno.
Escuchamos otro motor de patrulla
estacionándose. Un policía sacó el bastón oficial de las selfies, para así
evidenciar que la operación Zope Fantasma era todo un éxito.
No se lleven a Leo, es mi primo dije a
los oficiales.
Terrorismo callejero. Armas prohibidas
respondieron.
Nambe, oficial, por eso no se lo pueden
llevar, ya dijo que son para defensa propia expresé.
No dijeron más. Se quedaron en silencio
hasta que uno de ellos expresó que la noche estaba harto aburrida, bostezando.
Allá en la Villa Olímpica hay un
concierto de reguetón añadió otro oficial, como tratando de arrastrar el
dialogo hacia otro lado. Qué música más mierda.
Entonces NikySix se envergó. Pasó de su
color habitual a un rojo profundo. Evidenció sus bíceps, señaló al oficial y
gritó:
¡Eso es discriminación! ¡No puede decir
que esa música es mala! ¡Cada quien con sus gustos! ¡Es contra la libre
expresión!
Entonces lo sometieron contra la pared y
lo enchacharon.
Tiene razón mi alero, oficial dijo el
ApacheBoy.
Enchachá
también a este hijueputa, que no puede tener el pico cerrado gritó el oficial.
Puta, en este país de mierda ya no se
puede ni mear añadió ApacheBoy. No te preocupés me dijo, con las manos extendidas
como pastor evangélico Yo le hago barra a NikySix.
Entonces el NikySix me observó, rabioso,
y me dijo:
Soy el diputado de la Milpa, un lobo de
la legión ardiente.
Solo NikySix iba esposado. Al ApacheBoy
le quedaban flojos los grilletes (sé que se sintió por un instante como un gran
capo colombiano). A nadie más se llevaron. Uno de los policías, antes de salir,
volvió a subir el volumen al altoparlante. Comenzó
a sonar aquella famosa rola, Bad boys!
bad boys! Whatcha gonna do, whatcha
gonna do when they come for you…
Sonreí. Miré a Leo, los policías
olvidaron por completo que portaba armas ilegales. A lo lejos MadMix conectaba
su parlante al panel de energía. Encendió un cigarrillo y me observó, alegre.
Parecía un cohete de feria. Luego tomó el micrófono y cantó su rolita, sintiéndose
todo un Robert Smith.