miércoles, 2 de mayo de 2018

Atlixco




Atlixco
Como yo conozco el mundo
y a cualquiera doy razón
hoy a todos les pregunto
si conocen mi nación.
R.M.
Sentía que mi plexo solar era un abominable monstruo. El manjar hindú era sabroso, el pollo al Tandori era unos de mis platos favoritos, también de la tripulación rusa. El Atlixco es un carguero especialmente de coches Porshe, me dije e imaginé que el inmenso Atlixco era temido en los océanos; seguro los océanos y los icebergs piensan que el Atlixco es un juguete hermoso creado por el gran Poseidón. Enseguida alcé la vista y noté a la crew, pensé que el chef hindú les tenía miedo a los rusos, y tiene toda la razón: son fuertes, toscos, sucios, locos y bravucones, me recordaban a los orcos de Tolkien, siempre el chef me buscaba para que les dijera a los rusos que la comida estaba servida. Se ponía muy nervioso, pero yo lo calmaba, y cuando el segundo capitán daba el primer mordisco, y éste hacía ese extraño ceceo con la cabeza, entonces daba una respuesta afirmativa y enseguida miraba a Yuri y decía sonriendo “haracho” con un tono de niño snob y maldito. Todos sonreíamos, era prohibido el vodka, pero siempre nos las arreglábamos.
Eugen era el único que no bebía. Y algo raro, es que tiene una cicatriz profunda en su mentón, hecha con una botella de vodka, él me contó que fue durante una pelea con dos marineros del carguero Forest Eins. Él casi no hablaba sobre el tema, y yo solo escuchaba, sin indagar ni juzgarlo, solo decía que andaba borracho cerca del río Támesis, yendo para el Puerto del London Gateaway y que debido a eso no bebe. Qué fuerte pelea debió ser para que un ruso quede traumatizado y no beba más.


Ellos siempre bromeaban por tener nombre británico. Alevsei, con su voz acelerada, me reclamaba porque mis padres no me habían puesto un nombre tipo Hugo, por Hugo Chávez, luego Yuri interrumpía y me decía Gonduras good, Puerto Cortés, good, Amerika bleet, y yo le explicaba miles de veces Honduras queda en América, América no es USA.
Yuri sonría siempre y mostraba su placa niquelada sobre sus dientes, no sé por qué pensaba que Yuri era un Prometeo moderno. Habíamos zarpado de Emden Port, Alemania; Emden es un pueblito del norte teutón. Los rusos cuando estaban en Alemania se volvían primitivos, tipo hooligans, siempre eran discusiones y peleas, el pastor o el CEO, del Seemans Eins Mission Meike, siempre me pedía ayuda, no los aguantaban, claro que siempre le decía sí porque la del turno siempre era la hermosa kazajistaní, criada en el norte ruso,  Nastia, quien siempre escuchaba tecno ucraniano de Odessa. Ella siempre me decía, al calor del vodka, que yo tenía alma rusa, y seguido agregaba, algún antepasado fue algún buen militar diplomático, cómo puedes domar esas bestias rusas. Seguro en tu patria se sienten orgullosos de ti, ¿no es así?
“Honduras, ¿eh? Ahí valgo verga, ese sistema apuñala a los talentos por la espalda”, pensé y continúe en mi limbo, en fin, siempre he sido un tipo que piensa que ver el pasado es una pérdida de tiempo. Noté algo en Nastia, esa melancolía de extrañar algo que ocupas, pero no sabes qué es, realmente que gustaba pasear con su inteligencia. Y le respondí:
Honduras es un hermoso caos, gracias a los políticos de mierda… pero… de ahí, de ese caos, hago una pausa y recuerdo la sonrisa de mi dulce madre y continúo no sé, alguien dijo que de los caos nacen interesantes descubrimientos pero... sonrío.
Ella interrumpe con asombro:
Pero su Caribe es una perla que te relaja y te hace mandar todo al carajo. Nastia sonríe, me estampa un beso, me sonroja, intento poner mis labios como ventosas sobre los suyos y entre sonrisas me dice no, ahí no. Se levanta y yo me avergüenzo. La sigo, bajamos las gradas, la jalo y la meto al toillet y la vuelvo a besar, ella accede, la acaricio y pienso que me gusta su olor a invierno siberiano. Me empuja y dice:
Tú te vas, eres latino, he leído que son mujeriegos y fiesteros y te vas, no escribes…no. Ella se marcha.
Avanzo hacia la habitación del pull, veo a los rusos y ucranianos jugar y beber vodka, también observo al regordete Serbio Zafit toser y fumar y ver tv. Zafit desde la mañana se sienta ahí, arma sus cigarros, tose, sonríe y fuma, tiene una forma cómica corporal, como aquel gelatinoso verde el slimer de los Ghostbusters. Está loco —me digo— pero no le hace daño a nadie.
Observo a Jacko, el cacatúa  blanco silba y jode haciendo ruidos exóticos, está encima de su jaula de lujo y canta: Fick dich!, Fick dich!  Du vixer!Yuri sonreí y me dice que tuvo un antepasado que domaba osos, miro su estatura, mide 2.2 metros, y dice con voz correosa tus antepasados seguros fueron emperadores mayas. Bebe vodka Boris Yelsin*, luego lame el gollete de la botella, sonríe y me grita:
Chejov es el mejor escritor.
Da! le respondo. Y pienso es un gran cosaco.
Vamos al mar negro, interrumpe Eugene y seguido me gruñe Odessa, chicas guapas, para ti mucho vodka, piba y enseguida se me acerca y me enseña su display, me comenta que es su novia y sus amigas, veo el espectáculo ebrios sobre la hermosa arena de mar negro.
Guapas digo ruborizado.
Aleseiv se me acerca, alegremente, enciende su pipa con sus fósforos, porque me ha dicho que con encendedor es dañino y agrega que quiere ir al centro de la ciudad. Que quiere ir algún bar de los alemanes, que quiere quebrar mandíbulas, adrenalina, digo, pienso en el bar que me recomendó y advirtió aquel compatriota que vivió aquí, en el Seemans Eins, Der Keller exclamo. Busco a Denis, al alemán del zivildienst, le digo que nos lleve y nos montamos a la sprinter. Sonrío y pienso:
“Quién iba a decir que vengo de aquella loca milpa, y que a veces tengo chofer alemán y tripulación rusa, viva el Atlixco crew jejeje”.
A las 7:30 le grito a Yuri al bajarme y me responde Nuestra embarcación zarpará a las 9.
¿Para dónde? pregunta Denis. Zarpamos a Dublín, respondo arreglando mi beret y veo a Denis que lo apunta en su bitácora.
***
Entramos al Keller, un bar de puro alemán norteño, el ritmo folk del ambiente pone a la Atlixco crew agresivos, Yuri oculta su manopla, yo oculto un pequeño maneral. Alevsei insulta y empuja, Eugen, se quita su trench coat, sus venas están resaltadas, reta a varios alemanes a una pelea. Obvio los rusos parecen orcos y además son pícaros, son marinos y piratas, saben pelear, saben que los alemanes son como los patos, y yo ando solo de adorno exótico, de justiciero, llego a la barra, están varios pelones sentados, los cuento son cuatro, observo a la vieja desvencijada del bar, noto que el invierno la ha envejecido y amargado, sé que ocupa una super follada de un soldado del sol tropical, pero que no seré yo, pido un tequila doble junto a una corona bier, ésta explota, parece que sus ojos se le saltarán y grita:
Fick dich, nur krombacher, no vendemos esa mierda aquí, sonrío y le grito 
¡Solo un tequila mujer!
Y comienza la pelea, Yuri parece tornado, agarra a los cuatros skinheads y los avienta como si fueran un solo trapo hacia la pared, luego toma a la vieja del cuello y le grita 
Suka, suka, por Gonduras…
Y ella solo grita: ¡Polizei, tur me leid!
Alevsei bebe tranquilamente y Eugen gruñe
¡Todavía tiene fuerza el abuelo!
Los cuatro pelones se levantan, salen corriendo y gritan
Heil Hiltler!
Yuri carcajea…
¿Ven?, ni sudé, me hace sudar más ese curry de ese puto chef. Yo pensé que íbamos a entrenar.
Vuelvo en mí. El chef hindú me dice:
Tu coke.
Ahh, digo en lata y helada, wunderbar seguido el chef me pregunta:
¿Dónde estabas querido amigo?, ¿pensando en alguna querida?, ¿pensando en alguna hermosa ciudad, o algún hermoso puerto de tu Caribe? En eso el carguero, el Atlixco. se sacude, como haciendo un gesto negativo.
“Marea alta” me digo… Estaba en Emden Stad.
Pensando en alguna madame hmm… dice alegremente.
No, le respondo y otra vez se sacude el Atlixco, los rusos carcajean, y supongo que seguro beben té y ven alguna película de la segunda guerra mundial.
Veo al chef hindú sonreír, su ayudante enano filipino Dominador aparece. Lo veo y me dice dear friend
Sí que me recuerda aquel compatriota, aquel compatriota que mataron a verga esos  skinheads. Yuri los agarró como si fuese un tornado. Vuelvo a sonreír y recuerdo cuando me contó de ese bar, y de ese pleito que tuvo, me lo recomendó y me advirtió, no sé por qué lo hizo, también mencionó que le quemaron la mano con un encendedor y lo mandaron al hospital, al final de tomarnos esas Becks. 
Yo le prometí que lo vengaría, el Atlixco se sacude como haciendo un gesto afirmativo, claro que sí, el Atlixco sabe… compa.
El Atlixco lo sabe…compita.
Ochi haracho y que viva Honduras.


* Boris Yelsin, ex presidente de Rusia.