‘POOR’
MERCANCÍA.
“Hay
quienes se consideran perfectos, pero es
sólo porque exigen menos de sí mismos”.
H.H.
¡Puta! ¡A qué putas vine aquí!
El pleito comenzó cuando El Gordo defendió La Alianza y El Trigueño, sin dar el
brazo a torcer, a JOH. El primero es de El Sur; el segundo, de Patuca, Olancho.
Así que la cosa estaba heavy shit.
MmBoy
trató de tranquilizarlos; pero apenas logró aquietar el alegato unos segundos;
las botellas vacías volaban por doquier, estrellándose sobre el concreto.
Decepcionado, MmBoy me miró, como si todo aquello fuera mi culpa, y con su
cuerpo de almohada haciendo gestos me gritó: «¡Ayudá! ¡Por la gran puta!». Escuché el ceceo de El Gordo gritando
«¡Te voy a azezinar!», así que pensé que la cosa era más grave de lo que
aparentaba.
«¡Ayudá! ¡Por la gran puta!», gritó de nuevo
MmBoy.
El guacalaboy, como es su hábito, se fue a
hurtadillas, como una balletista. Decidí entonces abrir mi coche, abrir la
guantera y sacar el revolver, y ya cuando lo palpaba, pensé que no era la mejor
idea, así que mejor giré la llave, encendí el auto, aceleré y me largué hacia
el primer lugar donde pudiese comprar cervezas. Conducía lento, algo que me
desagrada, y comencé a recordar mis días en el Festival de Cine de Basel, en
Suiza; recordé la crisis existencial de aquel personaje anarquista de Alemania;
recordé el puto Emden, la ciudad de Bremmen, Hamburgo, Berlín, Friburgo.
Recordé mi último trabajo SJH. En ese pueblo había diez mil personas y cinco
mil eran discapacitadas, y en medio del gentío, yo, el único latino, el pelo en
la sopa, la mancha, así que la Polizei no dejaba de joderme. Solo a un loco
como yo se habría ocurrido vivir en un pueblo así (incluso la Polizei me
parecía tediosa y ridícula). Me detenían por cualquier cosa, incluso por
bostezar.
«Tienes que vestirte de otro modo. Ponte aretes, viste de naranja. Lo
más llamativo posible, etcétera», decía mi jefa, cuando me quejaba con ella.
Hasta que una noche me harté. Caminaba por la acera de las bikes, con mi amiga
Eva. Eran las 11:45 de la noche. Debo reconocer que caminar a esa hora por
ciertas zonas es prohibido, pero mucho más cargar un envase de Krombacher. Así
que el coche policía se aparcó justo a mi lado y yo comencé a quejarme, incluso
mi amiga se molestó. Horas después mi jefa llegó a la cárcel, pago una multa y
me dijo en un tono nacionalsocialista: «Si no quieres respetar, vuelve a tu
país. Actúas como si fueras el primogénito de un político corrupto».
Veo los
árboles de acacias, los favoritos de Miti. Olvido todo. Esta sociedad está
atestada de personas falsas. Los padres se hacen creer que sus hijos asisten a
reuniones bonitas y perfumadas, en antros de champagne y cigarrillos
eléctricos; pero qué va: se la llevan esnifando y fumando Stone. Malditos fantoches. Pero bueno. Los recuerdos continuaban
allí, mientras avanzaba en el auto. Así que recordé el bello rostro de Eva (mi
amiga que se la palabreo con la polizei), su forma de enviarme sexting. Sonrío al solo recordarla. De
pronto recuerdo de nuevo a mi jefa, el día que me invitó a su casa para hablar
sobre mis problemas. Me llevó a su jardín, vi el epitome de su lujosa mesa; no
sé por qué pensé que los dorados escalopes a la milanesa y los rollos de carne
rellenos de cebolla y tocino estaban puestos como trofeos de guerra. «Cambia.
Vístete de naranja», continuaba diciéndome. Definitivamente era una milf full control. De fetiches raros.
Quizá por ello siempre yacía forever alone. No inspiraba ni una pizca de ganas
de besarla; imaginaba su forma de encarar el sexo: frívolo, tosco, controlador.
Guácala con esa alemana, me dije, mientas tomaba el rollo de carne relleno de
cebolla. «Honduras: los
millonarios habitualmente son políticos corruptos y líderes religiosos. Mente
arcaica. La moda de los lujos. Es una pena. Lindo país tropical», añadió,
mientras tomaba vino. Entonces me preguntó ruborizada: «¿No será que eres hijo
de algún político corrupto?». Le respondí que no, orgullosamente. «Bueno,
bienvenido», dijo, y noté que estaba ebria.
Aparqué mi auto. ¿Por qué putas habría decidido llegar a la pulpería de
los míticos vergueos, donde El Gordo y El Trigueño peleaban? Pensé en MmBoy. Un
maldito religioso, político de pulpería y borracho junkie. Un vampiro
energético, un tipo que solo viaja de su casa a la pulpe. ¿Qué pedos con toda
esta gente? Recordé a mi compa Thiago, de Copacabana. Siempre me decía: «En las
playas, no hay clases sociales. No te sientas el rey del buceo ni uses shorts
gringos. Usa una sunga y muévete. Si te observan mal, eso es ganancia». Luego
remató su discurso añadiendo: «Confusión y atraso, es la mina de oro del líder
religioso y del típico político». Claro que en resumen plagiaba a Tony Montana; pero no
importa, tenía razón. Pensé de nuevo en
mi jefa. Annika era su nombre. También pensé en Guacalaboy. Lo recordé huyendo
del bacanal. Pero bueno. Cuando regresé de Londres en el aeropuerto estaban
todos, con sus ideologías políticas echadas a un lado. El Sauroboy, El Guacalaboy,Tropicanaziboy, Nikky6,El
ApacheBoy, SatanicBoy, Marijo, Regi, PanzerBoy y MmBoy. Este me abrazó y dijo,
llenándome de saliva:
« I´am
poor mercancía».
Volví en mí y dije
Yo
también
Mmboy (Mario Mendoza boy)
Pic : Annika Reinfelden