Y todos
los jueves
No dejo de sonreír mientras la miro. Me gusta
la forma de sus ojos. Ella suele repetir que son neuroasiáticos. Vuelvo de
nuevo mi rostro hacia al cielo. Las nubes me parecen una jauría de barcos. Es
jueves, entre otras cosas. Los jueves son magníficos. Su madre no está porque
sale pintarrajeada en busca de nuevos amantes.
Continúo observando sus ojos. Sé que le gusta cabalgar sobre mi
existencia. Sé que no le teme a los límites. Incluso su sombra parece un negro
esqueleto arrastrándose en el suelo. Todos me dicen que sea cauteloso, porque
ella suele embrujar a quien se le ponga enfrente, que es una malnacida. Yo no
la veo así. Somos un par de jovenzuelos a quienes con solo rozarnos se nos
revientan las hormonas.
Según ella, yo soy el reflejo de muchos artistas. Sonrío, le pregunto
qué piensa de la vida. Todo esto es
solo un picnic, me dice, Como dice la canción de Fobia.
Me
lanzo de una vez a la piscina. Siento que soy un tiburón. La vida solo es un
picnic, me digo mientras emerjo, veo al cielo y los blancos barcos ya se
han ido hacia la nada. Me rasco los testículos, floto en el agua. Lorenzo,
ven, la escucho gritar, entonces salgo del agua y me recibe con una cascada
de besos, muerde mis labios con intensidad y locura. “Asleep from day”, es
lo que escupen los altavoces. Todo se vuelve una sensación maravillosa.
Acaricio sus pechos, me parecen dos volcanes deshaciendo con su lava mi efímera
alegría. Entre sollozos me dice que quiere estar conmigo. Yo también la deseo;
es jueves, no hay nadie, el sexo es nuestra única droga.
A
veces me dice que escapemos a Guanaja tomando el ferry desde Trujillo, me asusto
un poco, pero en el fondo sé que sólo bromea. Me pregunta si traigo
preservativos. Respondo que sí, luego miro de nuevo las diminutas manchas por
todo su cuerpo, ella no dice nada, entonces nos quedamos pensativos, abrazados,
y pienso que desde que llegué al pueblo, hace más de una año, esas diminutas
manchas han multiplicado. Sobre todo pienso en las palabras que a veces salen
de su boca como pájaros, No volvás, buscáte a otra. Entonces me pregunto
qué hago ahí, en ese séptimo jardín, incluso llego a pensar en lo que dicen los
demás; creo que está endemonada y enferma, pero solo veo sus ojos por un
instante y todo se resquebraja.
Termino con mucha serenidad y alegría. Ella aún me observa con sus ojos
pícaros. Me dice que todos tenemos diferente sabor, que sus novios anteriores
sabían distinto.No añado nada a sus palabras. Me limito a observar su cabello
negro, sus cejas arqueadas, su piel bronceada, sus ojos neuroasiáticos verdes.
Te gusta la canción A song for the lovers de Richard Ascroft,
le pregunto. Sentencia que sí.
Sé que tiene frio, estornuda, está débil.
No sé qué hacer. Imagino cómo sería vivir en la ciudad. Ver mujeres hermosas,
ferraris, celebridades. Alexandria dice que en la ciudad podría ser modelo, que
soy guapo. Ponte en pose pantocrátor y toma la foto. Sí, le digo que seré modelo y fantaseo
con el glamour, la belleza y la moda. Parpadeo y siento como ese viento del
séptimo jardín; me destroza su recuerdo.
Alexandria ha muerto. Ahora soy modelo. No un modelo
Dolce and Gabbana o Gian Padilla. Soy un modelo para nuevos medicamentos
retrovirales.
Es jueves. Recuerdo todos los
jueves que pasé con ella. La recuerdo con mucho cariño. Sobre todo cuando me
coloco el antivirus.
Dark Barahona