Afeite mi cabello y lentamente, me encuentro con un desierto.
Mi opuesto, en el espejo, sofoca mi desprendimiento.
Las miles de caras en las que me desenvuelvo. Me hacen ver como un niño travieso.
Desnudo salgo del baño, y observo el tatuaje de la pequeña rebelión que llevas,
en tu espalda. Tu ropa interior, sobre las sabanas de nuestro calor, hacen que medite en la ausencia
de los dos.
Mi fria vida, calma por un momento, la poesía de tus dichas, tu enigmático sueño,
desvela las elegías de mis sentimientos.
Me arecuesto en el suelo y me entrego, en el andamio oculto de nuestro, consuelo.