En 1943, en plena guerra, Karl Popper escribió un libro muy importante para el análisis de los problemas políiticos: La sociedad abierta y sus enemigos. Entonces estaba en Nueva Zelanda, exiliado de su Viena
natal. La tesis central de la obra postura que el origen del totalitarismo radica en la superstición de ciertas ideologías que parten de dos falsedades relacionadas: primero, que la historia se mueve en una dirección de acuerdo con leyes naturales y, segundo, que ellos, los ideólogos, conocen esa dirección. A partir de esas certezas, basadas en el determinismo histórico, se construye la utopía: dotados de esa tremenda información, se edifica un mundo maravilloso en el que los seres humanos serán felices porque el modelo de sociedad se adapta milimétricamente al sentido natural de la historia. Obviamente, quien se oponga a la construcción de esa sociedad perfecta, una sociedad cerrada que remite a la tribu, puede ser considerado un canalla y debe ser extirpado invocando razones morales, como ha sucedido en todos los Estados totalitarios. Marx era, sin duda, un pensador cargado de buenas intenciones…pero su lectura de la historia y su propuesta, como la de todos los utopistas, conducía a la opresión.